¿PERO ESTO ES LA DEMOCRACIA QUE LOS POLÍTICOS DEFIENDEN?

Visto “como va Occidente y resto de este pobre planeta”; hay que hacerse preguntas así de contundentes e ir insistiendo que “esto que nos maneja” no es ni por aproximación, “la panacea política”; como tampoco lo fue la revolución o revoluciones, ni tampoco “la denominada Ilustración” (“todo para el pueblo pero sin el pueblo”) puesto que todo ha sido siempre lo mismo; al final son grupos de astutos y sin escrúpulos, los que se apoderan del poder y riquezas y disimuladamente, llegan a explotar a los pueblos, “como a cara de perro lo hacían los sátrapas de hace milenios” y como aquellos “bandidos”, logran la impunidad máxima, mientras los pueblos lo pagan todo y no solo con dinero, puesto que les hacen pagar hasta con su sangre, los desmanes que perpetran los que bien atrincherados en los lugares idóneos, “lo ordenan todo”.
Lógico que muchos o pocos se pregunten o me pregunten… ¿Entonces qué podemos hacer? Mi inteligencia no da “el ancho para la solución”; pero por ello hay que leer a los sabios y en principio se debe aplicar lo que Confucio ya aconsejó “medio milenio antes de que naciera Cristo”… “¡Que no gobierne nadie que no demuestre que sabe gobernar su familia y su hacienda!”. Cosa esta que muchos no lo logran en toda su vida; y el que lo logra, nunca será antes de haber cumplido los cincuenta años. Los desastres ocurren por la cantidad de advenedizos que eligieron entrar en política (y los irresponsables les dejaron entrar) como antes entraba el aprendiz en la tienda de al lado de donde había nacido para aprender el oficio de tendero (carpintero, tabernero, herrero, etc.) y de paso aguantar la dura disciplina de aquellos aprendices, de los que yo fui uno de ellos y muy afortunadamente, puesto que para mí fue “la mejor universidad de mi tiempo”.
Y hoy ya viejo y cansado (que no agotado) pero con la experiencia de quién ha vivido mucho “o bastante”, pensado profundamente hasta donde he podido… y leído montañas de papel impreso; todo ello me permite expresarme con la libertad que lo hago, ya que y afortunadamente no tuve que firmar nómina alguna, ni me pagaron nunca “intereses de partido o grupo de presión”; o sea que ejerzo con la libertad que yo mismo me proporcioné y dentro de los límites que marcan los que siempre lo que quisieran es, que “fuésemos mudos, analfabetos y embrutecidos al máximo, ya que así hasta les tendríamos que agradecer el mendrugo que nos dieran”.
Por todo ello “hay que dedicarle a la panza y al bolsillo” lo necesario, pero a la mente todo lo demás, y entre ello hay que leer a los que de verdad fueron sabios, “aunque pecaran como de carne y hueso fueron”; pero aquellos sí que le dedicaron (generalmente) a la mente el máximo que pudieron y por ello nos legaron cosas como las que hoy les recuerdo.
“El filósofo Aristóteles (384-322 a. C.), discípulo de Platón y preceptor del rey macedonio Alejandro el Magno, opinaba que “cuanto más democrática se vuelve una democracia, más tiende a ser gobernada por la plebe, degenerando en tiranía”. Otro filósofo, este romano, el estoico Lucio Anneo Séneca (4 a.C.- 65 d. C.), tutor del emperador Nerón, decía que “la opinión de la multitud es indicio de lo peor”. Muy interesante es lo que enseñaba el obispo san Agustín de Hipona (354-430) a propósito de la forma de gobierno democrática: “Si un pueblo es razonable, serio, muy vigilante en la defensa del bien común, es bueno promulgar una ley que permita a ese pueblo darse a sí mismo sus propios magistrados para administrar los asuntos públicos. Con todo, si ese pueblo poco a poco se degrada, si su sufragio se convierte en algo venal, si le da el gobierno a personas escandalosas y criminales, entonces resulta conveniente quitarle la facultad de conferir honores y volver al juicio de un pequeño grupo de hombres de bien”. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (Muchas más razones en esta dirección)
Tristemente sé con plena seguridad, de que todo “esto de hoy”, es más o menos como “echar perlas a los cerdos”; que aseverara Cristo en sus magníficas enseñanzas, pero siguiendo las mismas y recordando su parábola de “la siembra”; hay que confiar en la buena semilla y que esta llegue a buenas tierras, donde arraigue, fructifique y se extienda; lo último es perder la esperanza, puesto que si Dios nos la dio como última medicina para continuar la vida, debe ser porque algo de bueno contiene.
Aguantemos como podamos y defendiéndonos igualmente, de “la terrible plaga política que en todos los ámbitos (local, regional, nacional e internacional) nos ha caído encima en los tiempos que nos hacen vivir y que no son de progreso, pese a lo que estos “de panza y bolsillo” nos quieren hacer ver y esperemos mejores tiempos ya que los estadistas dignos de dirigir a los hombres, ya deben haber nacido y entrarán en su tiempo, puesto que pedir regeneración a tanta degeneración es hoy imposible.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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