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Chicas golpeadoras

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16032010

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Estamos viviendo un tiempo de intenso cambio social. Dos varones homosexuales se casan por civil en la ciudad de Buenos Aires, que es la segunda urbe gay-friendly del mundo, detrás de Berlín pero antes de San Francisco, Barcelona y Miami. ¡Buenos Aires, la cuna del tango, los malevos, los guapos de lengue, cuchillo y faso! Las chicas de toda edad se besan en la boca de manera larga y húmeda, dicen que para excitar a los impasibles varones, lo cual en sí mismo es un noble propósito. Hay señoras de 60 años que mantienen amoríos con chicos de 30, al revés de lo que sucedía antes: hombres de 60 con chicas de 22. Se habla más de transexuales, travestis y drag-queens que de mujeres. La vedette del año resulta ser un muchacho. Como rezaba un título de Charles Bukowski: "El capitán bajó a tomar una copa y los marineros tomaron el barco". Algo de eso se respira en el aire.

La última novedad es que las chicas se agarran a trompadas por "asuntos de pantalones". No es que se arañen ni se tiren de los pelos, no: puños cerrados, guardia en alto, dientes rotos y ceja partida. A lo macho. No se trata de chicas del bajo fondo ni de trotacalles en copas, qué va: son chicas bien, con colegio bilingüe, profesión, papá y mamá, marido e hijos, casa en el country, pasaporte viajado. Chicas con clase y mundo. Incluso artistas. Parece ser que cuando el marido de una muchacha es "conversado" por alguna otra, dado que él carece de autonomía para decidir si le hará caso o no, la "propietaria" debe salir a cuidarlo. Para ello acecha a la posible ladrona, la espera en la puerta de un club o en la esquina de su casa, y allí le da tres o cuatro puñetazos. Cuando sale de su desmayo, la infractora comprende que no debe repetir la intentona. El muchacho, halagado, vuelve mimoso con su legítima dueña.

El periodismo celebra estas incidencias. La agresora explica sus motivos: "Yo por mi familia mato a cualquiera, o por lo menos le bajo los dientes". La golpeada acepta la paliza con una sonrisa culpable: "Me agarró de sorpresa, no tuve tiempo de reaccionar". Los hombres lo encuentran simpático. Las mujeres se solidarizan fervorosamente. Algunos se atreven a opinar que la golpeadora debería encarar seriamente a su propio esposo, que finalmente es una persona adulta y debe asumir sus compromisos. Pero nadie le da mucha importancia a estas acotaciones.

El marido es una cosa más que posee la mujer, así como tiene departamento, auto, hijos, bienes, reloj, perros o zapatos.

Hace cosa de diez siglos los hombres se batían a duelo por las mujeres. Los duelos están ahora prohibidos por ley: se consideran una antigualla. Tampoco existe hoy una pelea entre machos por la hembra: es cosa de animales. En general el hombre-que-golpea es visto socialmente como un perro rabioso, un monstruo de cuidado y un enemigo público. Padre golpeador, marido golpeador, hombre violento, son términos que sobran para fulminar a un varón. Incluso pueden mandarlo a la cárcel. Sin embargo, la mujer que golpea es vista como un personaje simpático, original y justiciero. Desde Telma y Louise en adelante. Obsérvese, en el cine, la cantidad de escenas reideras donde una mujer apalea, trompea, derriba o abofetea a un hombre. Son divertidísimas. En cambio, el hombre que golpea a una mujer es un depravado. Debe ser alejado de su domicilio familiar y privado de sus hijos. No merece vivir.

Dicho sea de paso: la "violencia de género" es el crimen más horrendo que reconoce la sociedad actual, y se trata de una figura penal asombrosa, ya que la víctima siempre es mujer y el victimario siempre es hombre. Caso hipotético: una chica que asesina al marido de seis tiros, por ejemplo, puede ser acusada de homicidio pero sin duda, al mismo tiempo, resultará víctima evidente de la "violencia de género", ya que, para que la pobre llegara a esos extremos, es de suponer que el marido la habría abofeteado, antes de ser difunto.

Esta nueva estética ha ocasionado que los combates de boxeo no se anuncien en los diarios. Muchos opinantes libres, incluso cronistas deportivos estiman que el boxeo es, sencillamente, el show de dos pobres muchachos que se dan puñetazos hasta que uno cae desvanecido. De más está decir que estos cronistas han visto tantos combates de box como yo puedo haber visto volcanes en erupción. Pero ellos y otra gente han establecido que el pugilismo no debe figurar en la "guía de espectáculos deportivos para hoy" porque no constituye un deporte, sino una rémora de tiempos bárbaros como la lidia de toros o la riña de gallos, espectáculos que ellos tampoco han visto.

Para mayor desconcierto, las chicas se vuelcan decididamente al ring y nace el boxeo femenino. Desmañado y sin técnica pero lleno de coraje. Y se lo ve con cierta simpatía.

Algunos sostienen todavía que vivimos en un mundo machista. A mi modo de ver, nuestro mundo es feminista-paroxístico. Las reivindicaciones de Simone De Beauvoir, Betty Friedan y Gloria Steinem han desaparecido. Ya no se trata de "a igual trabajo, igual paga", "fuera los corpiños que constriñen nuestro cuerpo", "no necesitamos que nos alimenten, nos vistan, nos dirijan y nos crucen la calle", "somos libres de ejercer nuestra sexualidad con quien nos dé la gana, hombre o mujer"... y "también podemos andar desnudas por la vía pública sin que nadie se crea autorizado a molestarnos". No, todas esas consignas pertenecen a otro siglo. El tiempo que vivimos otorga a la mujer impunidad garantizada para golpear, insultar, calumniar, mentir, difamar y traicionar. La mujer puede y debe apropiarse de los hijos y del salario del ex marido... y quien dice los hijos dice la casa donde viven esos hijos. El ex marido no es más que un esclavo condenado a trabajar para solventar los gastos de ella... y de su próxima mujer. Si ella no asume todas estas conquistas, es... una "susanita", una pobre ingenua que todavía cree en el amor, una candidata a que cualquier pelafustán la mande, la mantenga, la besuquee y la posea sexualmente... ¡Sin pedirle permiso! En suma, un marido violador.

Tal vez por este feminismo del tiempo nuevo -entendido como impunidad para todo, sin responsabilidad en nada- hay una cantidad enorme de varones que deciden pasarse al sexo opuesto. Y ejercen de mamás, de queridas o de bebotas con trompita y minifalda. Es una elección razonable, dados los tiempos que corren, donde ser hombre tiene tan poca gracia. Y tan mala prensa.

En otro tiempo hubo mujeres que combatieron como hombres: Juana de Arco, Juana Azurduy, las Amazonas... tal vez George Sand fue mujer-hombre para "ser alguien" en un universo masculino. Ahora es exactamente al revés: sólo cuentan con la simpatía de "la popular" los hombres un poco virados a lo femenino. A veces, más que virados, se han pasado con armas y bagajes al otro bando.

Cuando uno (que finalmente es una especie de varón, dentro de lo que cabe) comenta estas cosas, las chicas exclaman horrorizadas: "¡Oh, un machista!".

Como si hubieran descubierto un cangrejo en la catedral de Notre Dame.

Ya se ha perdido hasta la noción de lo que el machismo real era, allá en el Pleistoceno, cuando los hombres convivían con el mastodonte.

Por Rolando Hanglin para La Nación.
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Chicas golpeadoras :: Comentarios

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Mensaje Mar Mar 16, 2010 11:21 am por Invitado

Muy buen articulo Mino, pasa el mismo fenomeno en USA los hombres paracen mas chicas que chicos y la identidad se ha perdido por que nadie quiere dar la imagen de macho a lo Pedro Picapiedra. Hasta lo vez en el cine y la television con la nueva generacion de actores que lucen mas como "girly man" que hombres per se. No me considero machista pero si un caballero. Pues se el valor de la mujer como ser humano y no por el genero en si. Ojala lo haiga explicado bien. Osea todos tenemos el mismo valor. Pero en dias como hoy que la bueno le llaman malo y a lo malo bueno no se puede esperar mas. Hasta con cierta risita la chicas de la oficina dicen cuando me ven llegar The last man standing, osea en un tono ironico. En verdad no me conformo con ser una mas en la corriente inrreverente del mundo soy feliz siendo un caballero y disfruto al maximo ser hombre. Pero no esta todo perdido hay alguine quien aprecia un buen poema, alguien aprecia un pañuelo, alguien aprecias un acto de caballerosidad. Me gusto mucho esto"Como si hubieran descubierto un cangrejo en la catedral de Notre Dame.
jajajajaja.

Un abrazo y un beso

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