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“Volando por los cielos de Europa” Y II Hablábamos mi esposa y yo; a nuestro lado viajaba un tercer pasajero, en el que “en la sobremesa”, entró en diálogo con nosotros y al poco tiempo hablábamos los dos solos; mi esposa permaneció al margen de nuestr
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“Volando por los cielos de Europa” Y II Hablábamos mi esposa y yo; a nuestro lado viajaba un tercer pasajero, en el que “en la sobremesa”, entró en diálogo con nosotros y al poco tiempo hablábamos los dos solos; mi esposa permaneció al margen de nuestr
“Volando por los cielos de Europa”
Y II
Hablábamos mi esposa y yo; a nuestro lado viajaba un tercer pasajero, en el que “en la sobremesa”, entró en diálogo con nosotros y al poco tiempo hablábamos los dos solos; mi esposa permaneció al margen de nuestra interesante conversación.
Así pude saber –puesto que nos identificamos en lo que a actividades realizábamos ambos- que él era un moderno ejecutivo (“no sé de qué”) y que por ello tenía necesidad de viajar por las principales ciudades y capitales europeas, pues si bien era español y residente en Madrid, pero quince días de cada mes (fueron sus palabras) tenía que emplear las líneas aéreas por mor de algún negocio a realizar, siempre dentro de la Europa Occidental.
La conversación fue ampliándose y de temas intrascendentes, pasamos a comentar lo absurdo de esta vida atosigante y sin sentido a que nos obliga la mal llamada “civilización moderna”. Le comenté que el París que yo había detectado no era de mi agrado, que veía a la gente desorientada, siempre corriendo, sus miradas no tenían “ese brillo que marca la ilusión”; que detectaba un “cierto automatismo” y “frialdad en todo”; que parecía que la gente no pensase o estuviese algo así… como aletargada. Que yo añoraba mis tierras meridionales y denominadas “subdesarrolladas”, pero donde aún se podía conversar algo, se podía decir adiós a un conocido al cruzarte con él en la calle, se podía ir –incluso- a un bar a tomar algo y al propio tiempo departir con gentes que conoces y que suelen ir allí como tú y no sólo a beber por beber… que por las tardes se podía ir a “echar una simple partida de dominó” y jugarse en ella entre cuatro amigos, el café mientras te fumas tranquilamente “un puro”, todo lo cual y aun perdiendo la consumición… apenas sobrepasaría las ciento cincuenta pesetas de gasto. (Equivalentes hoy a unos noventa céntimos de euro).
Y así le fui enumerando cosas “sencillas y vulgares”, tales como que dando un paseo, en pocos minutos me encontraría en medio del campo y el olivar inmenso que rodea mi ciudad (Jaén), distrayéndome viendo simplemente la naturaleza y observando el contento de mi perro (Ciro) cuando me acompañaba, el que suelto “en aquel campo inmenso”, saltaba loco de contento, feliz de ir con su amo a un libre paseo, donde él –como perro- también gozaba de una libertad necesaria y… “quizá soñada en su mente de ser irracional”.
Aquel hombre me miraba absorto y yo pienso que triste, pues más o menos me vino a decir que… “Eso” era ya un privilegio enorme y que no recuperarán ya muchos millones de, “civilizados habitantes del desarrollado mundo actual”, que él, como tantos otros millones de hombres/mujeres, estaba atado a una especie de “carro invisible” y que como moderno esclavo no podía soltar las amarras, por cuanto sucumbiría fuera del sistema; que “media Humanidad” ya trabajaba o era movida por ordenadores electrónicos. Y las multinacionales de los negocios, las que como “nuevos amos pero sin cuerpo ni alma”… eran los que marcaban las directrices a seguir, y las que –generalmente- nadie sabía ni de donde partían ni donde acababan, puesto que las metas eran continuas y los fines “sin fin”. Me dijo que yo había sabido ver o apreciar “ese virus” que late dentro de una inmensidad de “desarrollados europeos y de otros países”; que era igual en Oslo que en Berlín y lo mismo en Rotterdam que en Estocolmo, así como en Madrid o Barcelona… en definitiva, que “salvo algunos aislados privilegiados”, la mayoría ya estábamos metidos en los circuitos de esa infernal máquina que más o menos nos controlaba a todos y la que nos iría “ahogando poco a poco”.
Continuó diciéndome a requerimiento de mis preguntas… que el individuo ya no podía rebelarse y por cuanto… “no encontraba enemigo o adversario humano para luchar contra él”… por tanto la salida era la que yo había detectado, o sea… “un dejarse llevar” y derivar en los vicios que permite o fomenta “la moderna esclavitud, y los que van desde la televisión controlada y dirigida, hasta el alcohol o el sexo permitidos y tolerados, amén de “los mil espectáculos deportivos o no deportivos”… y que eran, “los oasis de paz” que encontraban una mayoría de individuos, los que en ellos… ahogaban sus decepciones o fracasos; que incluso los hombres válidos y que destacaban con su empuje, genio o inteligencia, en cualquier grupo… eran coartados en esa libertad necesaria para que se desarrolle el ser humano, puesto que estos individuos representantes o destacados miembros de todas las artes (intelectuales, técnicas o manuales) eran “frenados” por la moderna inquisición de la fiscalidad estatal en su enorme presión, con la que arrebata “legalmente” la mayor parte de las ganancias obtenidas por el genio o el trabajo, y esas consecuencias significaban un retraimiento considerable en “ese genio creador que todo hombre/mujer lleva dentro”, el que rebelde “en crescendo” y a tenor con la capacidad mental de cada cual, no concibe como “un gobierno” puede esgrimir un derecho para arrebatarle “dos tercios de las ganancias de un genio”… para luego malgastarlo en una mayoría de absurdos… “que el genio no comprende” y por ello, rotundamente se niega y precisamente por ello mismo llega a vengarse. Venganza igualmente sutil y perniciosa para todos, puesto que esa venganza es negarse a producir, el negarse a crear, el negarse a pensar y trabajar para una Humanidad imbécil que… “le quita violentamente lo que él estaría dispuesto a entregar libre y generosamente en mayoría de casos”… pero marcando él su destino, o sea más claro… “que el genio se agota trabajando, pero por un ideal que él se haya forjado y que él mismo quiere realizar con un mínimo de intermediarios”, a los que como máximo admitirá como meros auxiliares o colaboradores; y esto no era (no es) ni mínimamente intuido por esos gobiernos idiotas, que estaban matando el genio creador del individuo (“de miles y miles de individuos”) al que se le facilitaban (se le facilitan) “las seguridades de los animales” (“establo, medicina y comida”) pero del que se olvidaban que en su cuerpo existía un alma o espíritu, o mejor dicho aún y como dicen los sabios… “que su alma contenía un cuerpo y que por tanto era esta antes que aquel”…?
Aquel hombre dijo muchas cosas que yo oí sin sorprenderme nada en absoluto, puesto que en mayoría ya las había detectado desde 1977, cuando por primera vez “crucé los Pirineos” y me trasladé a visitar Alemania, “donde vi y observé”.
A aquel hombre le brillaban los ojos de forma muy diferente a como lo había observado sólo quince minutos antes, y en este tiempo, creo recordar que fumó tres cigarrillos “americanos”, ya que a medida que avanzaba en sus consideraciones a mis preguntas o respuestas, su estado de ánimo “se aceleraba” hasta un ritmo detectable a simple vista.
Languideció la conversación (por lo árido de la misma) y ambos nos ensimismamos en nuestros propios pensamientos, arropados por el rítmico “ronroneo” de los reactores o motores a propulsión a chorro que impulsaban aquella veloz nave; por ello y sin casi darnos cuenta, oímos con sorpresa la “peculiar y mecánica voz” de la azafata de turno, la que anunciaba que en breves minutos nos encontraríamos en Madrid-Barajas… “Aeropuerto Internacional”.
Suspiré con alivio ya que pronto pisaría tierra española y recordaba con ello, que éste era uno de los mayores regalos o recompensas que recibes cuando sales de España, o sea que… “cuando regresas, la quieres aún mucho más”… ¿por qué será si estamos llenos de defectos?
*********************
NOTA: Fragmento de mi libro inédito, “Visita a París”: Otoño 1984: Insertado en mi libro editado, “Cuentos y Relatos” – 1997.
¿Desde 1977 al 2020 que “nos ahoga”: han transcurrido nada menos que 43 años… En qué nos han hecho progresar? A la vista está y dejo a mis lectores que respondan ello, con arreglo a sus propias interpretaciones, las mías son horribles, viendo la realidad.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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Y II
Hablábamos mi esposa y yo; a nuestro lado viajaba un tercer pasajero, en el que “en la sobremesa”, entró en diálogo con nosotros y al poco tiempo hablábamos los dos solos; mi esposa permaneció al margen de nuestra interesante conversación.
Así pude saber –puesto que nos identificamos en lo que a actividades realizábamos ambos- que él era un moderno ejecutivo (“no sé de qué”) y que por ello tenía necesidad de viajar por las principales ciudades y capitales europeas, pues si bien era español y residente en Madrid, pero quince días de cada mes (fueron sus palabras) tenía que emplear las líneas aéreas por mor de algún negocio a realizar, siempre dentro de la Europa Occidental.
La conversación fue ampliándose y de temas intrascendentes, pasamos a comentar lo absurdo de esta vida atosigante y sin sentido a que nos obliga la mal llamada “civilización moderna”. Le comenté que el París que yo había detectado no era de mi agrado, que veía a la gente desorientada, siempre corriendo, sus miradas no tenían “ese brillo que marca la ilusión”; que detectaba un “cierto automatismo” y “frialdad en todo”; que parecía que la gente no pensase o estuviese algo así… como aletargada. Que yo añoraba mis tierras meridionales y denominadas “subdesarrolladas”, pero donde aún se podía conversar algo, se podía decir adiós a un conocido al cruzarte con él en la calle, se podía ir –incluso- a un bar a tomar algo y al propio tiempo departir con gentes que conoces y que suelen ir allí como tú y no sólo a beber por beber… que por las tardes se podía ir a “echar una simple partida de dominó” y jugarse en ella entre cuatro amigos, el café mientras te fumas tranquilamente “un puro”, todo lo cual y aun perdiendo la consumición… apenas sobrepasaría las ciento cincuenta pesetas de gasto. (Equivalentes hoy a unos noventa céntimos de euro).
Y así le fui enumerando cosas “sencillas y vulgares”, tales como que dando un paseo, en pocos minutos me encontraría en medio del campo y el olivar inmenso que rodea mi ciudad (Jaén), distrayéndome viendo simplemente la naturaleza y observando el contento de mi perro (Ciro) cuando me acompañaba, el que suelto “en aquel campo inmenso”, saltaba loco de contento, feliz de ir con su amo a un libre paseo, donde él –como perro- también gozaba de una libertad necesaria y… “quizá soñada en su mente de ser irracional”.
Aquel hombre me miraba absorto y yo pienso que triste, pues más o menos me vino a decir que… “Eso” era ya un privilegio enorme y que no recuperarán ya muchos millones de, “civilizados habitantes del desarrollado mundo actual”, que él, como tantos otros millones de hombres/mujeres, estaba atado a una especie de “carro invisible” y que como moderno esclavo no podía soltar las amarras, por cuanto sucumbiría fuera del sistema; que “media Humanidad” ya trabajaba o era movida por ordenadores electrónicos. Y las multinacionales de los negocios, las que como “nuevos amos pero sin cuerpo ni alma”… eran los que marcaban las directrices a seguir, y las que –generalmente- nadie sabía ni de donde partían ni donde acababan, puesto que las metas eran continuas y los fines “sin fin”. Me dijo que yo había sabido ver o apreciar “ese virus” que late dentro de una inmensidad de “desarrollados europeos y de otros países”; que era igual en Oslo que en Berlín y lo mismo en Rotterdam que en Estocolmo, así como en Madrid o Barcelona… en definitiva, que “salvo algunos aislados privilegiados”, la mayoría ya estábamos metidos en los circuitos de esa infernal máquina que más o menos nos controlaba a todos y la que nos iría “ahogando poco a poco”.
Continuó diciéndome a requerimiento de mis preguntas… que el individuo ya no podía rebelarse y por cuanto… “no encontraba enemigo o adversario humano para luchar contra él”… por tanto la salida era la que yo había detectado, o sea… “un dejarse llevar” y derivar en los vicios que permite o fomenta “la moderna esclavitud, y los que van desde la televisión controlada y dirigida, hasta el alcohol o el sexo permitidos y tolerados, amén de “los mil espectáculos deportivos o no deportivos”… y que eran, “los oasis de paz” que encontraban una mayoría de individuos, los que en ellos… ahogaban sus decepciones o fracasos; que incluso los hombres válidos y que destacaban con su empuje, genio o inteligencia, en cualquier grupo… eran coartados en esa libertad necesaria para que se desarrolle el ser humano, puesto que estos individuos representantes o destacados miembros de todas las artes (intelectuales, técnicas o manuales) eran “frenados” por la moderna inquisición de la fiscalidad estatal en su enorme presión, con la que arrebata “legalmente” la mayor parte de las ganancias obtenidas por el genio o el trabajo, y esas consecuencias significaban un retraimiento considerable en “ese genio creador que todo hombre/mujer lleva dentro”, el que rebelde “en crescendo” y a tenor con la capacidad mental de cada cual, no concibe como “un gobierno” puede esgrimir un derecho para arrebatarle “dos tercios de las ganancias de un genio”… para luego malgastarlo en una mayoría de absurdos… “que el genio no comprende” y por ello, rotundamente se niega y precisamente por ello mismo llega a vengarse. Venganza igualmente sutil y perniciosa para todos, puesto que esa venganza es negarse a producir, el negarse a crear, el negarse a pensar y trabajar para una Humanidad imbécil que… “le quita violentamente lo que él estaría dispuesto a entregar libre y generosamente en mayoría de casos”… pero marcando él su destino, o sea más claro… “que el genio se agota trabajando, pero por un ideal que él se haya forjado y que él mismo quiere realizar con un mínimo de intermediarios”, a los que como máximo admitirá como meros auxiliares o colaboradores; y esto no era (no es) ni mínimamente intuido por esos gobiernos idiotas, que estaban matando el genio creador del individuo (“de miles y miles de individuos”) al que se le facilitaban (se le facilitan) “las seguridades de los animales” (“establo, medicina y comida”) pero del que se olvidaban que en su cuerpo existía un alma o espíritu, o mejor dicho aún y como dicen los sabios… “que su alma contenía un cuerpo y que por tanto era esta antes que aquel”…?
Aquel hombre dijo muchas cosas que yo oí sin sorprenderme nada en absoluto, puesto que en mayoría ya las había detectado desde 1977, cuando por primera vez “crucé los Pirineos” y me trasladé a visitar Alemania, “donde vi y observé”.
A aquel hombre le brillaban los ojos de forma muy diferente a como lo había observado sólo quince minutos antes, y en este tiempo, creo recordar que fumó tres cigarrillos “americanos”, ya que a medida que avanzaba en sus consideraciones a mis preguntas o respuestas, su estado de ánimo “se aceleraba” hasta un ritmo detectable a simple vista.
Languideció la conversación (por lo árido de la misma) y ambos nos ensimismamos en nuestros propios pensamientos, arropados por el rítmico “ronroneo” de los reactores o motores a propulsión a chorro que impulsaban aquella veloz nave; por ello y sin casi darnos cuenta, oímos con sorpresa la “peculiar y mecánica voz” de la azafata de turno, la que anunciaba que en breves minutos nos encontraríamos en Madrid-Barajas… “Aeropuerto Internacional”.
Suspiré con alivio ya que pronto pisaría tierra española y recordaba con ello, que éste era uno de los mayores regalos o recompensas que recibes cuando sales de España, o sea que… “cuando regresas, la quieres aún mucho más”… ¿por qué será si estamos llenos de defectos?
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NOTA: Fragmento de mi libro inédito, “Visita a París”: Otoño 1984: Insertado en mi libro editado, “Cuentos y Relatos” – 1997.
¿Desde 1977 al 2020 que “nos ahoga”: han transcurrido nada menos que 43 años… En qué nos han hecho progresar? A la vista está y dejo a mis lectores que respondan ello, con arreglo a sus propias interpretaciones, las mías son horribles, viendo la realidad.
Antonio García Fuentes
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