Por qué murió Kirchner?
Las alternativas sobre la muerte del ex presidente están bajo el secreto de las siete llaves, lo que ha generado todo tipo de especulación e hipótesis. Si falleció en su casa, si cuando la ambulancia lo cargó ya estaba muerto o con signos vitales mínimos, si entró fallecido al hospital o expiró allí; si se le realizaron técnicas de resucitación; si éstas estuvieron bien hechas o efectuadas a tiempo etc etc. El secreto que envuelve los detalles de la muerte y posterior velatorio de Néstor Kirchner genera incertidumbre y se echan a rodar las más inverosímiles historias, cuyo único culpable es el gobierno que no comunicó claramente y aún hoy sigue abonando el misterio sin razón aparente.
Lo que no puede soslayarse es la falta de seguridad y prevención a la que fue sometida la familia presidencial, teniendo en cuenta que Néstor padecía de una enfermedad cardíaca que podía generar un cuadro traumático en cualquier momento y al parecer, nadie lo advirtió.
Dentro de las obligaciones que tiene la seguridad presidencial, está la de velar por la tranquilidad de la familia; ello involucra, no solo espantar a curiosos y periodistas de su entorno, sino la atención médica de urgencia, más aún, cuando dentro del grupo, hay alguien propenso a necesitar atención inmediata, como en este caso.
Carlos Menem no se desplazaba a ningún lugar sin su Unidad Coronaria móvil y la misma estaba siempre disponible en cercanía de cualquier acto u hotel donde el presidente se alojara, o viajaba en la cápsula (primeros 8 o 10 vehículos que siguen al móvil en el que viaja el presidente). El razonamiento es simple: existiendo riesgo de un ataque cardíaco en un paciente que está siendo tratado o con tendencia a generar un cuadro cardiovascular, la atención inmediata es el límite que lo separa de la vida y la muerte.
Los minutos que se pierden mientras llega una ambulancia externa, se efectúa el traslado y se atiende al paciente, juegan en contra de la sobrevida del paciente. El error de la seguridad presidencial en El Calafate, fue la de no prever una Unidad Coronaria móvil con equipo desfibrilador, que tendría que haber formado parte del primer anillo, como los custodios y el protocolo.
Si bien Néstor Kirchner no era presidente en el momento de su muerte, por ser el consorte de la actual presidenta, pertenecer a la familia presidencial y además, como ex mandatario y actual legislador, correspondía que, debido a su débil estado de salud, el Jefe de la seguridad, en acuerdo con el médico personal del ex mandatario, hubiera dispuesto en la residencia Los Sauces una U.C en apresto, con un médico y un enfermero como retén, durante todo el tiempo que duraba su estadía. No haberlo hecho es un error de procedimiento o un desconocimiento de que la seguridad presidencial no se limita a preservar al funcionario de un ataque físico externo, sino, que es un concepto integral que incluye la posibilidad de una emergencia médica, para lo cual – indudablemente – en El Calafate, no hubo respuesta.

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