Políticos y sus apalancamientos

Hace mucho tiempo… mucho, que deduje el que el político (macho o hembra) va a la política como único fin de conquistar “su presente y su futuro”; cosa que intentará por todos los medios y argucias confesables o no; puesto que en esa “profesión” (que no vocación y sálvese el que pueda) se va a servirse de la política y no a servir al pueblo como se dice; puesto que generalmente se va… “a vivir del pueblo y siempre mucho mejor que el común de ese pueblo logra vivir”.
Prueba de todo ello la tenemos “a ojos vista” puesto que llegados al poder todos legislan de forma que sean ellos los que más cobren, los que más prebendas y servicios disfruten gratuitamente (coches oficiales, transportes de lujo, comidas, vivienda y lo que se tercie, son insaciables) y los que llegado a responder de algo, siempre tengan defensas y salidas que nunca podrá tener ese común del pueblo y del que viven; es mentira (pues) “eso tan cacareado y tan falso de ir a defender el pueblo”.
Analicemos igualmente los despidos o ceses cuando se producen; gran parte de ellos se eternizan en política y quieren morir aún ostentando el máximo cargo posible y que se les reconozcan “los servicios prestados”, además de apalancarse con pagas y prebendas que no merecieron nunca. En España y entre otros tenemos al indeseable José Luís Rodríguez Zapatero, el que tuvimos las desgracia de soportar como presidente de gobierno y el que al cesar, en vez de ser juzgado y pedirle daños y perjuicios, se le está pagando (por el indefenso contribuyente) una enorme paga, la que seguro ni soñó en toda su vida; lo que debe servirle de un enorme regodeo.
Hoy cuando escribo estoy leyendo en la prensa, que Magdalena Álvarez; que fuera alto cargo político muchos años y que después fue trasladada a uno de esos “enormes depósitos de dinero que mangonean los políticos ya colegiados internacionalmente” y del que disponen como mejor les viene en gana… “eso sí legalizado todo pero con leyes del embudo para que todos queden bien apalancados”.
La noticia que leo es la que sigue: “La exministra de Fomento y desde este miércoles, ex vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), se marcha tras ser imputada en el caso EREs por todo lo alto: un sueldo de 10.000 euros al mes hasta los 65 y pensión vitalicia. Al haber renunciado voluntariamente tras haber sido presuntamente imputada de los delitos de prevaricación y malversación de fondos, según informa El Mundo, Magdalena Álvarez tiene derecho a cobrar exactamente lo mismo que un ex vicepresidente de la Comisión Europea: un mínimo del 45% de su actual sueldo, y una pensión vitalicia del 4,275% también de su sueldo hasta su muerte”.
No nos extrañemos de nada, puesto que al propio rey, que nadie ha jubilado, sino que “él sólo y por lo que sea abdica y se va”; lo jubilan, entre vete a saber cuántas cosas más; “como capitán general de los ejércitos españoles”; lo que seguro conllevará la paga correspondiente y no sabemos cuántas prebendas más; o sea todo un ejemplo para el pueblo (que ahora las está pasado “putas”) que lo hemos mantenido “a cuerpo de rey”, por el mismo período de tiempo en que mantuvimos a Franco; el que al menos cuando murió, nos dejó infinitamente mucho mejor dotados social y económicamente que su sucesor. Y al que a su viuda, sólo le quedó la viudedad de la paga militar que le correspondiera.
Pero, y vuelvo al tema central de éste artículo que es las cantidades asombrosas que se dedican para que las disfruten una ya enorme cantidad de políticos, que ya han establecido “un inmenso colegio internacional” que los nutre de forma ya escandalosa y que nadie revisa y menos reduce.
¿Pará que nos sirven desde la ONU, OTAN, UE, a ese banco antes mentado y simplificando?… ¿para qué nos sirven tantísimos organismos internacionales y nacionales y el mantenimiento de tantas y tantas reuniones de “altos políticos” que van de cuchipanda en cuchipanda y dando discursos que nadie escucha y menos cree, puesto que la realidad del mundo en que vivimos, nos demuestra que apenas hacen nada, salvo defender los intereses propios y los que soterrados no llegamos a saber.
Sin embargo, para mantener todos esos tinglados y el apalancamiento fabuloso de los que llegan a ellos, sí que hay que aportar cantidades enormes QUE PAGAMOS TODOS y que no sé el que nadie cuantificase aún; para que al final (reitero) sólo se beneficien de ellas, los que no saben, pueden o quieren arreglar las cosas, para que ese común del pueblo que todo lo pagamos, vivamos mucho más decentemente, mucho más desahogados y en definitivamente mucho más en una justicia que no existe.
Esa es la realidad que yo veo y no la que “nos discursean” los que en definitiva viven de esos aparatos montados sin sentido alguno por lo monstruosos de los mismos y su manifiesta inutilidad.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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