¿Quién entiende a Dios?... Y las hormigas Hace ya muchos años, que deduje y escribí, que, “el mejor libro y la mejor enseñanza que logró realizar el mono humano no era la mejor, escrita en este minúsculo planeta, en el que por lo que sea, fui obligado a

¿Quién entiende a Dios?... Y las hormigas

Hace ya muchos años, que deduje y escribí, que, “el mejor libro y la mejor enseñanza que logró realizar el mono humano no era la mejor, escrita en este minúsculo planeta, en el que por lo que sea, fui obligado a nacer”. El mejor libro fue y sigue siendo, el que Dios, “escribió” en la Naturaleza del planeta y en la vida infinita que en el mismo se desarrolla; “allí está escrito todo”; y el mono humano, lo va encontrando poco a poco, puesto que allí “todo está inventado”; si bien nadie entiende el camino a seguir, y yo menos que nadie; y de ahí mi pregunta en el titular, refiriéndome a esa fuerza inconmensurable y a la que denominamos Dios; en el que creo, pero que no entiendo; diciendo al paso, que no creo en que exista ningún ateo total, puesto que la evidencia de La Creación, convence de “Ese Ser Superior”, por mínima que tenga su inteligencia o cerebro, al que se dice ateo; que si se analiza a fondo, encontrará que en realidad… “no es nada”, o tan infinitesimal parte que en realidad no significamos nada en tan inconmensurable obra universal.
¿Y por qué añado en el titular a las hormigas? Primero por cuanto y en su conjunto¸ y según “los eruditos”; son la más importante masa de vida de este planeta; o sea y más claro, que si en una balanza se pudiesen pesar éstas y en la balanza contraria, se pusieran “las masas de hombres”; las hormigas pesarían mucho más; y además viven en el planeta, millones de años antes que “el mono humano”, nadie las puede destruir (“de los humanos”) y sus organizaciones, se prestan a estudios interminables, puesto que concluyendo estos que yo sepa, “es la organización más perfecta de todos los bichos que andamos sobre la corteza terrestre; pero al propio tiempo es la más cruel de todas ellas y la que aterroriza a cualquier ser humano, por inteligente y cultivado que esté bajo las enseñanzas que aquí ha recibido; y entre los que indudablemente me cuento”; pero precisamente por mi gran ignorancia comentaré lo que sigue.
Soy un adicto a todos los documentales que puedo ver y que proliferan en las televisiones, sobre “la vida en este planeta”; puesto que como el mejor libro a estudiar y meditar, me atraen desde niño; y como en ellas abundan las hormigas y las que muy inteligentes observadores y magníficos técnicos, estudian, fotografían y nos sirven ante la propia butaca en que hasta “dormimos apaciblemente”; permiten unos estudios “directos”, que ni el mejor de los “monos” subido en su cátedra, nos podría desarrollar; y como recientemente he visto varios programas sobre esas hormigas, diré lo que he sentido al analizarlos.
Resulta a veces hasta aterrador, el cómo obra “mecánicamente la propia madre naturaleza”. No es sólo el que las abejas maten a los zánganos una vez cumplida su misión de fecundizar a la reina; o que la Mantis religiosa, se coma al macho aún en pleno acto de la fecundación; o que en unas determinadas especies de peces, cuando faltan machos, hay hembras que se pueden cambiar de sexo… “y tantas otras barbaridades (para nosotros el mono humano) que es apabullante extenderse”, pero en las hormigas, es que al formar una nueva colonia, la que será reina de la misma, encontrado el sitio idóneo, empieza a alimentarse de los propios huevos que pone; hasta que puede lograr, la primera “servidumbre” de sus hijas, que la irán alimentando y cuidando hasta que llegado su momento de debilidad y debiendo ser sustituida por otra mucho más potente; son sus hijas las que la matan y despedazan aprovechando sus restos para el resto de la colonia. Los primeros agricultores de este mundo, no fueron los “pobres seres humanos”, fueron las hormigas y millones de años antes; también las que lograron viviendas con aire acondicionado y todo lo necesario para vivir con comodidad; también las que incluso “practican la medicina” en una extensión que asombra, practicando la “inmunidad” de la especie, la emigración en masa, incluso transportando sus huevos, larvas e incluso la reina; y una cantidad de cosas más, que sólo viendo con atención esos documentales puede uno ver, hasta el punto en que han llegado esos buenos “monos investigadores y técnicos en aparatos para esa investigación de ese saber que no sabemos nada, según dejara dicho aquel sabio griego”. ¡También las primeras en cautivar y explotar esclavos!
No acaba aquí ese libro de la naturaleza, puesto que todos los inventos que ha logrado “el mono humano”, ya los tenía inventados, la madre naturaleza; a saber, “el sónar, la guerra química, el radar, el helicóptero, el camuflaje, e infinidad de más cosas, puesto que puede incluso hibernar a muchas especies para que no mueran y “nazcan de nuevo”; incluso hubo semillas de trigo, que depositadas milenios antes en tumbas egipcias, germinaron después; por ello e infinitas cosas más, ¿quién es el que entiende a Dios? ¿Y cuál es la conducta mejor a seguir por este nada que somos el mono humano? Quizá por aquello de la sabiduría humana, lo mejor sea la vieja consigna de “comamos y bebamos que mañana moriremos”; pero y por lo que sea, yo le añado, aquello que creo tiene vigencia… “No harás a nadie ni a nada vivo, ni incluso a la tierra que te dio la vida… nada que no quieras que a ti te sea hecho”: Amén.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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