El gobierno de Cristina Kirchner hizo ayer un silencio absoluto respecto de la aprobación del dictamen opositor de unión civil, que significó una derrota resonante para el proyecto de casamiento gay que impulsa personalmente el ex presidente Néstor Kirchner, quien, sin embargo, ayer insistió en la orden a sus senadores de "seguir trabajando hasta sacarlo".
En el entorno de Kirchner, empero, comentaron ayer a La Nacion que "esa votación se puede perder, porque fue mal planteada desde el principio". Sin embargo, Kirchner cree que aún se puede contar con votos suficientes.
Desde Olivos, el titular de la Unasur, que ayer estuvo en Chile, se ocupó la semana última de llamar telefónicamente a senadores y a gobernadores para presionarlos para aprobar un dictamen con un texto idéntico al que tuvo media sanción en la Cámara de Diputados.
En ese sentido, Kirchner los convocaba a apoyar esa iniciativa con el argumento de que "hay que derrotar" al presidente del Episcopado, cardenal primado Jorge Bergoglio, a quien acusa de ser opositor.
El segundo motivo que les daba era que él mismo había asistido a la sesión en Diputados en la que se había dado media sanción al proyecto. Además, sería un caballito de batalla para satisfacer a sus aliados progresistas y de centroizquierda con miras a su proyecto presidencial de 2011.
"A esta altura ya no se puede presionar más a los gobernadores y a los senadores, porque las cartas ya están jugadas y cada uno ya tomó su posición, que es contraria al casamiento gay", dijo un hombre muy cercano al ex presidente.
En el interior del país existe un rechazo casi unánime al casamiento gay. De hecho, gobernadores kirchneristas a ultranza fijaron posición en contra: son ellos José Luis Gioja, de San Juan; Celso Jaque, de Mendoza; Jorge Capitanich, de Chaco, y Juan Manuel Urtubey, de Salta, entre otros. En la Casa Rosada afirmaron que el ex presidente tiene claro que los gobernadores "tienen orientación católica, tienen familia y están muy condicionados por la Iglesia".
De todos modos, en Olivos hubo caras largas por el dictamen. "El dictamen no cayó nada bien, pero Kirchner está dispuesto a perder en el recinto, quiere que se trate el proyecto de minoría y que se obtengan los votos necesarios para aprobarlos", indicó la fuente oficial.
La presidenta Cristina Kirchner mantuvo ayer su más absoluto silencio sobre el asunto, ya que nunca sentó posición sobre el tema. Sin embargo, hoy podría haber una reunión en la residencia presidencial con varios diputados para repasar toda la agenda legislativa. (La Nación)