EMITIO UN COMUNICADO DESDE LA CLANDESTINIDAD
El ex administrador de los fondos de las Madres de Plaza de Mayo acumula bienes de lujo bajo el paraguas de diferentes sociedades. El Gobierno quiere encontrarlo “para hablar”.
Por Fernando Oz

Sergio Schoklender, ahora ex apoderado de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, es el hombre más buscado del Gobierno. El jueves por la noche, el director de la Secretaría de Inteligencia (SI), Héctor Icazuriaga, fue el encargado de confirmarle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que el abogado “no se encuentra en el país, está inhallable”.

Sin embargo anoche, desde la clandestinidad y a través de un comunicado, el propio Schoklender quiso aclarar el escándalo. Allí señaló que su desvinculación fue de común acuerdo. Y respecto “al supuesto enriquecimiento ilícito que me involucra en la compra de una Mansión en José C. Paz” explicó, por la misma vía, que dicho predio “lo adquirí hace dos años con mi propio dinero y no con fondos de la Fundación”. Además, agrega que lo cedió “en comodato al Ministerio de Desarrollo Social bonaerense para la creación de un centro de tratamiento para jóvenes con adicciones. PERFIl chequeó la información con un alto funcionario de esa dependencia, quien señaló que “ese comodato nunca se pudo hacer porque, a pesar de que se firmó una intención, jamás entregó la documentación para concretarlo”.

Antes y cuando arreciaba el escándalo sin la intervención directa de la Presidenta, funcionarios de la Casa Rosada tomaron contacto directo con Hebe de Bonafini, titular de la fundación sospechada de desmanejos con los fondos que destina el Gobierno para la construcción de viviendas sociales. El objetivo era mitigar el escándalo político que podía desencadenar en una futura denuncia por corrupción que afecte directamente al corazón del kirchnerismo.

“Hay una verdadera preocupación de la Presidenta, eso es innegable. Por eso queremos saber qué fue lo que pasó realmente”, confesó a PERFIL uno de los funcionarios que forma parte del operativo “encuentren a Schoklender”. La misma fuente intentó despegar a la líder de las Madres. “Hebe no estaba al tanto de las operaciones comerciales de ese chanta (por Schoklender)”.
En los últimos meses, la relación entre el administrador de la Misión Sueños Compartidos, encargada de la construcción de 5609 viviendas en siete provincias, y funcionarios de diferentes áreas del Gobierno se fue desgastando. En uno de los despachos del Ministerio de Planificación Federal aseguran haber visto como Schoklender le arrojó una taza de café al secretario de Obras Públicas, José López. La discusión ocurrió después de que el funcionario le reclamara los certificados de obras y le negara nuevos fondos. Otro funcionario K señaló: “Estaba desbordado”. Tras las “agarradas” con diferentes integrantes del Gobierno, llegó al escritorio de la Presidenta un informe que daba cuenta de la extravagante y lujosa vida del encargado de las finanzas de la fundación que lidera Bonafini.

La mansión con 19 habitaciones, 14 baños, piscina, cancha de tenis y de fútbol que compró Schoklender a principios de 2009 en José C. Paz, no era algo desconocido en las altas esferas del Gobierno. Una docena de terrenos y una casa quinta en Pilar, formarían parte de una denuncia radicada en la Unidad de Información Financiera (UIF) presentada por las legisladoras de la Coalición Cívica Elsa Quiroz y Maricel Etchecoin Moro.
Algunos de los lujos del abogado de las Madres estarían a nombre de la firma Meldorek, una sociedad anónima creada en 2003 cuyo presidente, Alejandro Gotkin, figura como empleado de la asociación que administraba Schoklender. Un crucero y dos aviones serían parte de la empresa. La primera reacción pública de Bonafini fue fiel a su estilo: “No vamos a hablar de puterios”.